La competencia para conseguir un empleo público es dura aquí y en la China, y nunca mejor dicho, aunque el número de plazas para empleo público que se ofertan en el país asiático es mayor que en España, 27.000 plazas, solamente uno de cada 36 candidatos logrará una plaza ya que se presentan más de un millón de personas.

Candidatos que, al igual que en nuestra país, se presentan a opositar motivados por conseguir un  empleo estable y un sueldo fijo para toda la vida. Ser funcionario en China, en algunos casos, garantiza el permiso de residencia en el lugar de destino, un hecho que a priori en España no es relevante pero si en algunas ciudades de China como Pekín o Shanghái dónde el permiso de residencia da acceso a servicios básicos como la sanidad o la educación.

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Los opositores chinos se someten a un examen de cinco horas de duración que incluye entrevistas personales, pruebas escritas con preguntas que van desde asuntos sociales, lengua, matemáticas hasta lógica y un exhaustivo examen médico. Uno de sus modelos de examen, al igual que en España, es el tipo test donde se enfrentan a responder 135 cuestiones en dos horas, con menos de un minuto de media para meditar las respuestas.

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Paradójicamente, al igual que se observa en los últimos años en nuestro país, el prestigio del que antes gozaban los que conseguían ser funcionarios ha disminuido entre la población en los últimos años. Por un lado, aporta estabilidad pero por otro lado, cada vez son más los que piensan que se trata de un trabajo rutinario en el que evolucionar y ascender es muy complicado. Aun así, es innegable que conseguir una plaza de la Administración Pública sigue siendo como un caramelo a la puerta de un colegio: deseado y querido.

 

 

Fuentes:

http://internacional.elpais.com/

http://www.abc.es/