¿El cómic es cosa de niños? Aunque la gran percepción social de este medio está variando, hay una gran mayoría de personas que todavía asocian la palabra “cómic” con un producto enfocado al ocio, centrado en el humor o en la acción y destinado, mayoritariamente a la población infantil y juvenil… pero poco más. La pregunta está ahí y la respuesta podría ser: “Sí, también; pero no sólo”. Una respuesta que sería similar a la que se plantease un bibliotecario a la hora de la creación de una colección de cómic o en el momento de recomendar un cómic ante los posibles lectores, de diferentes edades, que se acerquen a su centro en busca de una obra en viñetas.

Casi mensualmente, héroes o villanos con poderes, mapaches armados hasta los dientes, mutantes, demonios, mercenarios o capitanas maravillosas, saltan de las viñetas a la pantalla grande y se adueñan de las carteleras. En televisión, los zombis de The Walking Dead continúan con paso lento pero firme, devorando trozos de la audiencia, al tiempo que Arrow intenta imponer justicia en Starling City y Jessica Jones lucha contra la violencia de género, por poner tan sólo unos ejemplos de lo que ha llegado o de lo que está por venir. Porque el cómic es un medio repleto de fuerza narrativa, literaria, visual… Tiene un lenguaje propio y una versatilidad por la que mensajes complicados pueden llegar a públicos diversos de una forma sencilla. Cómics de ficción y de no-ficción. Memoria, acción, terror, superhéroes, drama, amor, fantasía… Hay sitio para todo en las viñetas.

Obras como Ghost World, de Daniel Clowes; From Hell, de Alan Moore; Arrugas, de Paco Roca; El azul es un color cálido, de Julie Maroh o Persépolis, de Marjane Satrapa, entre otras muchas dan cuenta no solo de la presencia abrumadora del cómic en la producción cultural actual, sino también de su propia evolución, sumándose a las propuestas más convencionales como: los diferentes universos superheróicos (con Marvel y DC a la cabeza), el humor patrio de Francisco Ibáñez con sus Mortadelo y Filemón, el manga encabezado por el Dragon Ball, de Akira Toriyama, o álbumes europeos tan conocidos como Las aventuras de Tintín, de Hergé, Los Pitufos, de Peyo, o Astérix, de René Goscinny y Albert Uderzo. Todas ellas serían buenos añadidos en toda “comicteca” que se precie.

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En otros tiempos, la historieta fue considerada el pariente pobre de entre los medios de expresión artística más respetables; aunque ahora eso ha cambiado gracias, en parte, a su riqueza plástica y narrativa, a su permeabilidad para adaptarse a los cambios sociales y culturales, así como al gusto de los lectores y potenciales lectores, por lo que se ha convertido en una de las formas de expresión más directas y espontáneas. Con un lenguaje específico (con texto e imagen en yuxtaposición) y moderno que comprende toda clase propuestas y géneros, e integra aportaciones de la literatura, del periodismo, del cine, de la pintura, los tebeos han conseguido imponerse, con fuerza, como productos culturales de gran impacto popular. El cómic es una forma peculiar, por su propia idiosincrasia, de acceder a esas realidades sociales complejas y en muchos casos ajena a la nuestra.

Cada vez es más natural hablar y oír hablar de tebeos, en los medios de comunicación (tanto especializados como generalistas), en las calles, en las librerías, en los bares, incluso en los ambientes universitarios (en charlas, en congresos, en cursos… y en tesis doctorales) y hasta en las bibliotecas, por supuesto. El cómic se está normalizando. Hay vida más allá del propio medio. Pero, ¿qué es el cómic? Y cuáles son las diez claves que, a mi juicio, permiten que los bibliotecarios, mediante su uso, puedan enganchar a la lectura.

1.    Su propia definición: Como objeto de estudio ha sido definido por multitud de autores, aunque una de las más populares sea la de Scott McCloud que en 1994, en su obra Entender el Cómic, decía que era: “Ilustraciones yuxtapuestas y otras imágenes en secuencia deliberada, con el propósito de transmitir información u obtener una respuesta estética del lector”. Un objeto diferente como una manera diferente de contar y de ser leído.
2.    Lectura de texto y de imágenes. Tanto monta, monta tanto. Textos e imágenes. En conjunción. En yuxtaposición. Como elementos clave. De su unión surge la particular manera de leer un cómic y sus múltiples tipos de lectura. Antonio Altarriba, uno de los grandes investigadores del medio en España, en la introducción del número monográfico que la revista ARBOR, del CSIC, dedicó a las viñetas apuntaba que: “Todas ellas están contadas siguiendo un código, una gramática pictográfica, una retórica escripto-icónica, un combinado léxico-gráfico que las dota de originalidad al tiempo que las hace legibles”. Su particular sintaxis es clave; conocerla bien es un poco como un arte.

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3.    Es un Arte (el Noveno). La enumeración de las artes proviene del periodo helenístico, en la cual se fijó la arquitectura como el arte principal del que provenían las demás. Le siguen: escultura, pintura, música, danza, literatura, cine… y ya en tiempos más modernos se sumarían a la clasificación la fotografía, el cómic y los videojuegos. Arte con mayúscula la que se esconde en las viñetas; pero un tipo de arte un tanto particular que, por su proceso de producción y reproducción también tiene mucho de artesanía. 
4.    Fábrica de personajes icónicos. No puede haber una historia sin personajes. Los personajes que pueblan las páginas de los tebeos consiguen, en muchas ocasiones, y por su propia fuerza, convertirse en iconos culturales. Si son personajes redondos les acompañarán siempre. Superman, Tintín, Spiderman, Batman, Wonder Woman, Astérix… todos ellos permanecen en el imaginario colectivo convertidos en símbolos más allá de las viñetas originales. 
5.    Su relación con el cine. El cómic y el cine siempre se han llevado bien. De un tiempo a esta parte, quizá por una extraña crisis creativa en Hollywood, los estudios han buscado adaptar historias surgidas en papel. El Universo Marvel Cinematográfico, por ejemplo, ha trasladado también el sentir de la serialidad y la conexión que los lectores pueden descubrir al acercarse a este particular cosmos de ficción. Los proyectos basados en este arte secuencial ya son un hecho y forman parte de los grandes estrenos anuales. El cine atrae lectores de cómic y los lectores se acercan a las salas para disfrutar de sus personajes favoritos. Simbiosis perfecta.

Continuará...
 

Diego Matos